El ex 'número dos' de la aviación marroquí está encarcelado por pedir a Mohamed VI mejoras para los pilotos presos del Polisario.
Lo que me está pasando es un escándalo!" Pese a sus 73 años de edad y los 22 meses que lleva en la cárcel de Salé, junto a Rabat, la voz del teniente coronel Kadur Terhzaz rebosa energía y enfado cuando habla. Tras intentarlo varias semanas, el que fue durante 11 años número dos de la Fuerza Aérea marroquí, agregado de defensa en Washington y París y uno de los militares más condecorados de Marruecos logra, por fin, descolgar un teléfono desde la prisión.
¿Cómo se encuentra? "Hubo momentos difíciles en la cárcel porque fui sancionado, no pude recibir visitas de mi familia, no se me dejaba salir al patio, pero ahora mi situación es normal, equiparable a la de los demás reos", responde el teniente coronel.
"Mi padre omite los aspectos más sórdidos de su cautiverio", señala desde París, con la voz tomada por la emoción, Sonia Terhzaz, que acaba de cumplir 27 años. Es la hija pequeña del oficial encarcelado.
"Las privaciones que padeció a partir de noviembre pasado, cuando la prensa empezó a hablar de él, fueron las peores", añade. "Se le encerró en una celda de aislamiento, no podía ducharse ni comer caliente ni tampoco tenía un colchón dónde acostarse". "Aún hoy en día carece de él", se lamenta. "Hubo incluso algo más chocante", prosigue Sonia. "Durante dos semanas la administración penitenciaria mantuvo atado a los barrotes de la celda de mi padre a un perturbado que farfullaba todo el día y defecaba allí mismo".
¿Qué crimen cometió el teniente coronel para ser condenado por un tribunal militar, en 2008, a doce años de cárcel y ser sometido a un régimen penitenciario tan humillante? "Divulgar secretos militares", según rezaba un comunicado del Gobierno marroquí difundido en mayo para contrarestar la campaña "indigna", según Rabat, emprendida por la familia del militar.
Terhzaz fue el jefe de los pilotos marroquíes que lucharon durante 16 años (1975-1991) contra el Frente Polisario en el Sáhara Occidental. La guerrilla independentista derribó a un buen puñado de aviones cuyos tripulantes pasaron décadas en sus mazmorras, en el suroeste de Argelia, antes de ser liberados. Regresaron a Marruecos "sin ser condecorados, sin ser ascendidos, sin que se reconociesen sus méritos", asegura Sonia Terhzaz.
A instancias de uno de sus antiguos subordinados, el capitán Alí Najab, que permaneció 25 años preso del enemigo, el teniente coronel, ya jubilado, redactó, en febrero de 2005, una carta para el rey Mohamed VI en la que le pedía que mejorase la suerte de los ex pilotos militares.
En ella resaltaba la valentía y la pericia de aquellos tripulantes y sostenía que, si un buen número de aparatos fueron abatidos, fue porque "no estaban equipados de un dispositivo antimisiles". Kadur Terhzaz proporcionó este dato en una misiva destinada al rey, Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Describía así una deficiencia de hace 20 años, que desde entonces ha sido subsanada, y que el capitán Alí Najab ya había denunciado públicamente en 2004 en el diario Aujourd'hui le Maroc.
Transcurrieron más de tres años desde el envío de aquella carta hasta que, el 9 de noviembre de 2008, los gendarmes detuvieron en su domicilio al teniente coronel, que había sido denunciado por el general Abdelaziz Bennani, inspector jefe de las Fuerzas Armadas Reales y, en la práctica, su número uno. Ambos habían tenido desavenencias en el pasado.
Tan sólo 19 días después el tribunal militar le juzgó a puerta cerrada y le condenó a doce años por divulgación de secretos militares, con el agravante de haberlos difundido en tiempos de guerra, como si desde 1991 no estuviese vigente un alto el fuego entre Marruecos y el Polisario. "Una pena tan larga equivale, para un hombre de su edad, a cadena perpetua", afirma su abogado, Abderrahim Jamai.
"No me arrepiento de haber luchado por mis pilotos", repite Kadur Terhzaz desde su celda. "Tengo una responsabilidad moral hacia mis antiguos subordinados que pelearon con bravura por una patria que les trata con ingratitud", asegura.
Kadur Terhzaz sospecha, en el fondo, que la famosa carta es sólo un pretexto. "Hay personajes poderosos que quieren acabar conmigo", sostiene. "Temo ser víctima de un ajuste de cuentas", añade. "Sólo así se explica la tardanza en procesarme".
Su hija Sonia abunda en el mismo sentido: "Para mi padre la integridad y la honradez están por encima de todo y por eso suelta a veces verdades incómodas". "Aquellos que le rodean viven sumidos en la mentira y en la hipocresía". "Por eso el francotirador Kadur Terhzaz constituía una amenaza para todos ellos".
"¡Ah!", insiste el teniente coronel antes de colgar apresuradamente el teléfono, "no se olvide de escribir que en España me dieron la Gran Cruz del Mérito Aeronáutico porque en los ochenta contribuí a establecer las primeras relaciones entre nuestros dos Ejércitos".
Si la vida de este militar tan condecorado -posee también la Legión de Honor francesa y la Medalla Militar del Sáhara de Marruecos- empeoró radicalmente con su ingreso en prisión, la de su familia también cambió. Bajo la batuta de la más joven, Sonia, la esposa de nacionalidad francesa y los otros tres hijos de Terhzaz hicieron gestiones discretas para obtener un indulto real para el cabeza de familia.
"Pasamos horas a las puertas del palacio real de Tetuán -nos trajimos incluso a un sobrino mío recién nacido- intentando entregar una carta" pidiendo clemencia, recuerda Sonia. "También hicimos guardia ante el domicilio del general Bennani", el que denunció a su padre.
No obtuvieron resultados. Al cabo de un año Sonia optó por pasar a la ofensiva. Desde entonces recorre las capitales, sola o acompañada por algún familiar, para "gritar que no se puede dejar a un anciano, que lo dio todo por su país y su rey, acabar su vida detrás de los barrotes como un vulgar criminal".
Estuvo varias veces en Washington, Bruselas, Estrasburgo, Ginebra, movilizó a las ONG de derechos humanos, se manifestó en dos ocasiones ante la Embajada de Marruecos en París, se atrevió a dar una rueda de prensa en Rabat vigilada siempre de cerca por agentes marroquíes.
"En Madrid, en la Estación Sur de autobuses logré ahuyentarles sacando mi móvil y haciéndoles fotos", recuerda Sonia. Desde allí viajó en marzo con su tía a Granada para exhibir a las puertas del Palacio de Congresos, donde se celebraba la cumbre entre la UE y Marruecos, una pancarta exigiendo la libertad para su padre. "La policía nos la confiscó mientras que justo al lado nuestro otros manifestantes coreaban "¡Sáhara Libre!" y enarbolaban banderas del Polisario sin ser importunados". "¡Que injusto!"
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/reportajes/crimen/haber/luchado/pilotos/derribados/elpepusocdmg/20101010elpdmgrep_8/Tes