Ghalia Djimi. Víctima de Desaparición Forzosa y vicepresidenta de la ASVDH.
Ghalia Djimi (Agadir, 1961) dejó sus chanclas en la arena. Corría 1987 -hacía sólo unos días que la Policía marroquí la había secuestrado- y la joven saharaui daba por seguro que la iban a enterrar viva. Por ello, mientras caminaba hacia un centro de detención en la playa de El Aaiún, no se preocupó de recoger sus sandalias. Cuando el carcelero le instó a que lo hiciera, Ghalia le dijo que no merecía la pena calzarse para morir. Con sorna, el guardián le repuso: "No os vamos a enterrar vivos. Vuestra vida es demasiado preciosa: os vamos a dejar morir gota a gota". Ghalia, que ahora es la vicepresidenta de la Asociación Saharaui de Víctimas de Graves Violaciones de Derechos Humanos cometidas por el Estado marroquí (ASVDH) relata por teléfono desde El Aaiún que nunca ha olvidado ese día, ni los tres años y siete meses que pasó después con los ojos vendados y padeciendo atroces torturas. Su caso es uno de los recogidos en la querella por genocidio contra el pueblo saharaui que el juez Baltasar Garzón presentó en 2007 contra 13 altos cargos marroquíes.
¿Por qué la detuvieron?
En 1984, los marroquíes vinieron y se llevaron a mi abuela por haber dado cobijo a muchos saharauis que pasaban por Agadir (Marruecos), adonde habíamos emigrado. Desde entonces no la hemos vuelto a ver. Yo viví aquello con mucho dolor y, de vuelta a El Aaiún, cuando supe que una comisión de las Naciones Unidas iba a visitar la ciudad, participé en la organización de manifestaciones. Pensábamos que los marroquíes no se atreverían a detenernos, pero nos equivocamos. Arrestaron a unas 700 personas; a un centenar nos dejaron encerrados. Entre ellos a Aminatu [Haidar], a Brahim Dahan [ahora encarcelado] y a mí.
Usted compara las cárceles marroquíes con Abu Ghraib.
Sí, las palizas, las burlas, los trapos empapados con productos químicos y orines que nos metían en la boca y que me hicieron perder casi todo el pelo, y los mordiscos de los perros, de los que aún tengo cicatrices, eran como los que se reflejaban en aquellas fotos. La diferencia es que los iraquíes tenían medios para que se conociera aquello; nosotros no. Nadie hablaba entonces de lo que pasaba en el Sáhara Occidental.
Marruecos no da permiso a su asociación de víctimas.
Sí, es muy grave que se nos impida trabajar en nuestra asociación de víctimas, que son las suyas: las víctimas del Estado marroquí. La libertad de asociación es un derecho fundamental que Marruecos conculca. Si los marroquíes quieren que sus acciones armonicen con su discurso, deberían respetar nuestras libertades.
Usted no cree en la autonomía que propone Marruecos.
Yo no me creo nada de lo que dice Marruecos. ¿Cómo puedo creer en la autonomía amplia que proponen cuando al mismo tiempo se nos priva a los saharauis de derechos como la libertad de asociación? La regionalización [anunciada por el rey Mohamed VI] será lo mismo: sólo servirá a los partidos políticos marroquíes.
¿Tiene esperanzas en unas posibles negociaciones?
No. Por supuesto que animo a que se halle una solución pacífica para este conflicto, pero mientras las grandes potencias, como Francia y Estados Unidos, no presionen firmemente a Marruecos, las cosas seguirán igual. La prueba es que, después de todo lo que han dicho los marroquíes, continúan los arrestos, sigue habiendo presos políticos y los saharauis seguimos sin poder ejercer nuestras libertades.
¿Qué cambiaría si la misión de la ONU en el Sáhara velara por los derechos humanos?
Si MINURSO [la misión de Naciones Unidas] se encargará de la vigilancia de los derechos humanos, cuando se denunciara un atropello, ya no seríamos sólo las asociaciones de derechos humanos saharauis, sino también Naciones Unidas. Esto nos daría mucha credibilidad.
¿Qué esperan ustedes del Gobierno de España?
Que asuma su responsabilidad histórica.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/294542/carcel/marroqui/abu/ghraib